Para el estudio se encuestó a 1228 jóvenes de 18 a 29 años, entre agosto y noviembre de 2008. El relevamiento estuvo a cargo de la consultora Ibope Inteligencia.
Las desigualdades sociales que atraviesan al conjunto de la sociedad se presentan con más crudeza y profundidad entre los y las jóvenes, y afectan principalmente a aquellos de los sectores socioeconómicos más desfavorecidos, se advierte en las conclusiones del estudio. “La encuesta muestra de manera contundente que la mayoría de ellos no accede a derechos fundamentales como la educación, el trabajo digno, la decisión de tener hijos/as, o la posibilidad de participar en diferentes espacios de la vida pública y social”, concluye el trabajo.
El relevamiento comprobó que en los grupos de jóvenes más empobrecidos se tiene el primer hijo a edades más tempranas que en los sectores más favorecidos. En los sectores más vulnerables económicamente un tercio de los jóvenes que son padres tuvieron su primer hijo antes de los 20 años, en los sectores medios ese porcentaje se reduce a la mitad y apenas llega a un 4 por ciento en los estratos más ricos. Pero, además, hay profundas diferencias de género: la proporción de mujeres que tuvieron hijos antes de los 18 años es mucho mayor que el de los varones: 16 por ciento contra 3 por ciento, respectivamente (ver cuadros aparte).
El valor principal de este proyecto, señaló Croce, es conocer la situación de los jóvenes y las percepciones sobre sus derechos. También busca contribuir a la consolidación e institucionalización del “campo de la juventud” en el plano político y constituir una “agenda” de carácter regional en el tema jóvenes, explicó el consultor del Equipo de Juventud del BID, educador popular y maestro.
El estudio parte de la base de que 6 de cada 10 jóvenes forman parte de hogares de nivel socioeconómico bajo o muy bajo.
Otros hallazgos que revela la encuesta son:
- La desocupación de los/as jóvenes de sectores más bajos triplica la de sus pares de sectores altos. Es de casi un 12 por ciento para el primer grupo y un 4 por ciento en el último. A su vez, es más vulnerable la franja que tiene entre 18 y 24 años que sale a la búsqueda del primer trabajo.
- Por otra parte, los jóvenes de nivel socioeconómico bajo ingresan a edades más tempranas al mercado laboral que aquellos que pertenecen a otros sectores sociales. Mayormente, los y las que están en situación más favorecida comienzan a trabajar después de los 18 años (70 por ciento), mientras que los y las más pobres ingresan con menos de 17 años (65 por ciento): tres de cada 10 de ellos lo hace con menos de 15 años.
- En el grupo de 18 a 24 años, los jóvenes de sectores altos que nunca han trabajado son más del doble que aquellos que pertenecen a los sectores socioeconómicos más bajos. Más de la mitad de los/as jóvenes de sectores más bajos se encuentra trabajando, mientras que dentro de los jóvenes de los sectores altos lo hace menos del 40 por ciento.
La brecha digital refleja otra forma de desigualdad entre los y las jóvenes de distintos sectores sociales. Entre 7 y 8 de cada diez jóvenes de hogares más desfavorecidos no acceden a las nuevas tecnologías. En contrapartida, 9 de cada 10 de los que provienen de hogares de nivel socioeconómico alto usan computadora y acceden a Internet.
En el cuestionario, se les preguntó a los y las jóvenes, de entre varias opciones, cuál sería su prioridad si fueran elegidos presidente/a. La política social más demandada resultó la educación pública, gratuita y de calidad: un tercio de los encuestados se inclinó por elegirla. En segundo lugar, un cuarto de la población priorizaría “oportunidades de trabajo digno y creativo” de llegar a la primera magistratura. Los y las jóvenes destacaron tres obstáculos que deben enfrentar para estudiar y que son causa del abandono de la escolaridad: la falta de dinero para transporte y otros gastos; la dificultad de conciliar el trabajo con el estudio, y el desinterés hacia la escuela.
1 comentario:
Entre las cosas que se plantean me sorprendió que se sigan sacando conclusiones recién cuando el BID manda los informes sobre las evaluaciones que ellos hacen de los proyectos que nosotros ejecutamos. La brecha entre los chicos de clases acomodadas y los jóvenes de nuestras villas no pasa sólo por porque ellos no son capaces de reconocer sus derechoas fundamentales. Somos nosotros (adultos) los que debemos reconocerlos a ellos como sujetos de esos derechos... esa pienso que es la primer brecha que no podemos cerrar.
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